En la mente de todos los peruanos aún se mantiene el 28 de julio cuando Ollanta Humala asumió oficialmente la Presidencia del Perú, acompañado de su siempre sonriente – pero esta vez – nerviosa esposa Nadine Heredia, para la gran mayoría – menos para mí – principal artífice del logro nacionalista.
Lo cierto es que Humala ya se encuentra felizmente sentado en el sillón presidencial, desde donde, viene aprendiendo cómo se gobierna un país y contrastando sus discursos políticos de campaña con la realidad del Perú.
En pocas semanas, Ollanta Humala cumplirá dos años de gestión y seguramente ha dejado caer sobre su rostro las primeras gotas gordas de sudor por las decisiones inmediatas y próximas que tomará. El país se torna un tanto estable, pero dentro de poco, la sociedad civil, gremios, sindicatos y el pueblo entero exigirán que el Gobierno cumpla lo ofrecido y tome posición frente a las empresas privadas. Este último punto no será tan fácil de enfrentar.
Ya son dos años, y necesitamos palpar y observar los logros d ela gestión presidencial, debemos analizar y resalta la consistencia de un equipo ejecutivo sólido, capaz y realista que entiende que el Perú debe cambiar a partir de las decisiones de quienes la comandan, para ello, debemos hacer hincapié en el Plan de Gobierno que no se muestra muy claro, pareciera que ha perdido el horizonte y no sabe dónde saltar a tierra.
Si bien se coincide en que muestra una actitud democrática, responsable económicamente y tolerante ante los grupos opuestos, Ollanta Humala, aún no ha demostrado su otro carácter de decisivo, claro y disciplinado, pues aún mantiene en silencio.
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